El Maestro nos enseñó que su mensaje jamás es pasivo.
La nueva Nueva es toda una aventura personal. Aquellos
que la hagan suya podrán enfrentarse al miedo y a las
dudas. Para eso está la fe viva y valiente en la verdad.
Debéis ser hombres y mujeres inquietos, siempre atentos,
no a vuestras necesidades, si no a las de los demás. La
misericordia y el amor harán el resto. Nunca os encadenéis
a ritos y ceremoniales que no hayan nacido del amor.
Él mensaje que él nos enseñó no precisa de techos, canones
ni jerarquías. Vive en el espíritu mora en cada uno de nosotros
su único y verdadero templo. A nosotros, individualmente,
nos corresponde despertar y hacer despertar a los demás a
esta esperanzadora LUZ.
Pero, permitidme que insista: removed los cimientos
espírituales de vuestros hermanos con el ejemplo y las
buenas obras; nunca con el reproche y la condena. La Verdad
es él se ha instalado sin regateos en los más humildes y en
los poderosos. Queridos hijos, ¡qué importante resulta esta
sencilla realidad! Todos estamos tocados por él Padre.
Jesús nos ha descubierto y desvelado la auténtica faz del
Padre: un Dios tan amoroso que, no sólo nos concede la
inmortalidad, si no que además, es capaz es capaz de
instalarse en lo más íntimo de cada mortal. Mirad que digo
la verdad porque no soy yo quien escribe. Es el quien conduce
mi mano. Yo os manifiesto que la sombra radiante del Padre
Celestial viaja asta el corazón de cada ser humano, no sólo
hemos sido creados directamente por el Padre: además, forma
un todo con la carne y el espíritu que nos sostienen. Escuchad,
pues, su voz, basta con mirar hacia adentro, con guardar silencio,
con ponerse en sus manos tal y como el Maestro nos enseño.
Ahora es Dios el que busca al hombre y lo hace, como os digo,
desde dentro y no desde los pulpitos.
Escrito por el pequeño Juan.
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